“¿Cómo nos relacionamos con el otro?¿De qué manera nos
paramos frente al extranjero-infantil? Ocupamos la tierra del saber y del
poder, del saber del poder y del poder del saber. Preguntamos preguntas que no
interrogan, que no nos interrogan. Preguntamos lo que sabemos y lo que no
sabemos no lo preguntamos. Preguntamos, sin preguntar, porque sabemos o creemos
saber, para escuchar la única respuesta que confirma nuestro saber, que nos
deja bien parados en esa tierra aparentemente firme de lo que creemos saber.
Preguntamos para escuchar una única respuesta que nos conforma, que ya sabíamos
antes de lanzar la pregunta. Preguntamos al otro, extranjero, infantil, lo que
nunca nos preguntaríamos: lo que ya sabemos, ya pensamos y no pensamos que vale
la pena volver a pensar. Preguntamos al otro para escucharnos a nosotros mismos
y, si no, no escuchamos nada.
Preguntamos al extranjero-infantil a la manera de una
evaluación escolar: para verificar si el otro sabe y piensa como nosotros, para
consolidar que aprendió nuestros saberes y, en última instancia, para mostrarle
todo lo que podemos si no sabe lo que hay que saber. Preguntamos como en una
prueba de la escuela, sin preguntar de veras. Del mismo modo que miramos sin
mirar, pensamos sin pensar y vivimos sin vivir.”
WALTER
KOHAN, Otra infancia es posible (en Filosofía para niños, Revista Internacional
de los Centros Iberoamericanos de Filosofía para Niños y Niñas y de Filosofia
para Crianças. Número 7, 2011)
No hay comentarios:
Publicar un comentario