Sobre relaciones humanas en los centros de enseñanza I.
Hace
unos meses (comenzaba el curso) se produjo un conflicto en un aula de
2º de la ESO entre un profesor y un grupo de alumnos del que soy tutor.
Un alumno comenzó a “jugar” tratando de burlarse del profesor (aunque el
chico dijo que sólo bromeaba). Se levantaba, deslizaba mensajes por
debajo de la puerta trasera del aula, no atendía a las indicaciones del
profesor y vuelta a empezar. El profesor le pidió entonces que le
acompañara pero el chico se declaró en rebeldía. Sucedió entonces que el
resto del grupo comenzó a animar a su compañero como si de un púgil en
un combate se tratara. Gritaban, jaleaban, aplaudían. Parecían asistir a
un verdadero espectáculo.
Pensé
que como tutor y profesor de Ciudadanía debía hacerles reflexionar
sobre lo sucedido, pero traté, al menos en principio, de no determinar
ni orientar sus reflexiones con las mías. Más tarde, decidí, les
hablaría de la psicología de las masas y de la conformidad al grupo con ayuda de algunos vídeos que muestran famosos experimentos de psicología social sobre este asunto.
Los
textos que individualmente produjeron recogiendo sus primeras
reflexiones han resultado, a mi juicio, muy ricos. Probablemente, no
esperaba que me ofrecieran tanta información como de hecho sucedió.
Texto que escribí en la pizarra donde le pedía la reflexión:
Trata
(cuidadosamente y sin prisas) de analizar la conducta de aquellos que
jalean el comportamiento de un compañero que está siendo recriminado por
un profesor.
Estas
son algunas conclusiones sobre el pensamiento de los alumnos tras la
lectura de las redacciones. Creo que resulta bastante revelador, por un
lado, de la percepción que tienen los alumnos de los profesores, de las
relaciones profesor alumno, de las relaciones entre iguales; y, por otro
lado, del grado de madurez en el razonamiento moral de los chicos (en
entradas posteriores me ocuparé de la percepción de este tipo de
conflictos por parte del profesorado y del modo en que justifican sus
posiciones).
Algunos han sido breves, poco cuidadosos y poco reflexivos.
Algunos (aunque yo le indiqué que realizaran una reflexión descontextualizada) se han referido a lo sucedido ese día.
En general, han sido sinceros. Lo subrayo porque en ocasiones se limitan a manifestar aquello que creen que tú quieres escuchar.
Siete personas entienden que no está bien la conducta que se somete a examen.
Sólo
dos de las siete personas que juzgan negativamente la conducta
analizada lo hacen de un modo tajante. Habría que añadir que los
escritos de esas dos personas que rechazan sin matices la conducta
examinada son los más cortos, los menos argumentados (en realidad,
presentan su posición sin argumentos: sé que está mal pero no sabría
decir por qué).
Otro alumno de entre esos siete utiliza para rechazar ese comportamiento argumentos consecuencialistas (podemos ser castigados, podemos empeorar la situación…).
Los cuatro restantes, aunque piensan que está mal, lo justifican de tal modo y añaden tantos elementos atenuantes que más bien parecen aprobar a quienes se comportan de ese modo.
Ocho personas entienden que está bien
actuar de ese modo. Recojo a continuación algunas de las ideas o líneas
de pensamiento que utilizan para defender sus posturas.
A)
Se identifican con el grupo de iguales y entienden como una exigencia
moral la defensa de uno de sus integrantes frente al “otro”, el adulto,
el profesor (como en una moral mafiosa, “uno de los nuestros”).
B)
También conciben que esos comportamientos son una consecuencia lógica
del comportamiento de los profesores. Como en el condicionamiento
clásico, la situación responde a un esquema estímulo-respuesta.
C)
El profesor no es entendido como una figura de autoridad (en
expresiones del tipo “ningún profesor es más que yo o que nosotros”).
D)
Rebajan la gravedad de lo sucedido, frente a la importancia que estiman
se le está dando desde el profesorado, y simplemente señalan que es una
manera de pasarlo bien (algunos muestran su satisfacción por lo
sucedido).
E)
Determinismo biológico: las diferencias biológicas (hormonales, por
ejemplo) entre el cuerpo de un adulto y el de un adolescente explican lo
que sucedió (ausencia-presencia de sentido del humor).
F) No entienden en general por qué se les riñe y, en consecuencia, no valoran negativamente su conducta.
G) Los profesores tienden a malinterpretar la comportamiento de los alumnos.
H)
La conducta de los alumnos es automática (la de un autómata, conducta
no pensada) por lo que no puede ser juzgada como buena o mala.